En la serie de los sueños se elabora un
proyecto pasoliniano que capta cuerpos proyectados en el espacio del
mito y que juega tanto en la materia como en la imagen.
Las imágenes construyen la representación de escenas
fantasmáticas, precisas o más alusivas, que exorcizan
la violencia del mundo al tiempo que exploran el poder de su épico
gozo.
La mirada es interiorizada y a la vez abierta a los fenómenos
externos y se expresa mediante pinturas densas, que piensan el interior
del cuerpo tanto como sus contornos y sus superficies.
Los motivos son puramente oníricos, aunque también se
inspiran en la estatuaria oriental, en particular en las piedras eróticas
de los templos de Khajuraho, edificados en la India entre los siglos
X y XI.
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El conjunto de las distinas pinturas de esta serie
es pacífico y a la vez diverso, aunque utiliza recurrencias
técnicas y estilísticas. Casi siempre hay un cuerpo,
fantasmas y espejos y algunos paisajes que dan testimonio de las experiencias
del viaje. Es frecuente la interrogación de motivos antiguos,
que provienen de Egipto, Japón, Pompeya, de Giotto, Caravaggio
o Lorenzetti. El arte aborigen de Australia es también un poderoso
motivo de identificación, al igual que el de las islas del
Pacífico o el de Grecia...
De lo que se trata es de atravesar las cuestiones técnicas
de fabricación de la imagen para dejar que surja la imagen
inspirándose en la reserva imaginaria de la fascinación,
la obsesión, el descubrimiento.
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